Por Gastón Origgi

Mi vida acá empezó hace 15 años.

Yo estudie en El Gato Dumas, en Buenos Aires y este colegio tenía un convenio con Martín Berasategui, uno de los mejores cocineros del mundo… Entonces una vez que te recibías elegían a los mejores alumnos (no a los más inteligentes, sino los más trabajadores).

De esa manera fui seleccionado para venir a San Sebastián, en el norte de España. Llegué con muchísimo sacrificio por parte de mis padres y mi pareja de aquel entonces, quienes apostaron por mi para que sea alguien en la vida.

De repente estaba trabajando en un restaurante de muchísimo nivel y con 20 personas más que también venían de pasantía.

En ese momento tuve la suerte de encontrarme con un chico argentino que me dio un gran consejo “si querés llegar lejos no hables, solo escuchá y trabajá” me dijo. Y así lo hice. Trabajaba 16 hs. por día todos los días y los lunes tenía mi descanso.

De forma inconsciente sabía que esa gran experiencia también se trataba de una competencia, ya que había muchas personas que al igual que yo, querían ser elegidos para trabajar allí. Sino mi opción era volverme a Libres o a Buenos Aires.

Los días y meses pasaron, hasta que un 13 de mayo (el día de mi cumpleaños) cuando ya estaba a punto de terminar mi pasantía, me encuentro a mis tres jefes comiendo. Yo venía de traer un carro de comida con platos para unas 60 personas. Les saludo y me dicen “Gastón, deja eso y ven un momento”.  Dejo el carro y me paro frente a ellos sin saber lo que me esperaba. Sacan una torta y además me dan una carta que decía “BIENVENIDO AL GRUPO DE MARTÍN BERASATEGUI” …  y a partir de ese momento mi vida cambió para siempre.

Le agradecí y me metí en el baño. Llamé a mi viejo llorando para contarle que me habían elegido.

De ahí en adelante trabajé mucho tiempo con ellos y hasta me hicieron un permiso de trabajo para poder vivir acá.

Siempre tuve la suerte de caer bien y de ser humilde. Eso me abrió las puertas de otros tres restaurantes en los cuales trabajé y aprendí mucho hasta que llegó el día en que pude empezar con mi propio negocio.

He llegado a tener un bar y un restaurante; pero las dos cosas se me hacían muy difíciles, entonces opté por quedarme con el restó. 

Así que aquí seguimos, trabajando más duro que antes porque es fruto de mi esfuerzo y el de mi familia.

Si bien el camino no fue nada fácil y la soledad muchas veces se hacía sentir, merece la pena salir de Libres y arriesgarse.

Hoy en día agradezco de vivir en un lugar tan hermoso como San Sebastián y criar mi familia acá.